Ni tan buena, ni tan tonta
Las dificultades emocionales de las mujeres para gestionar el éxito o el miedo al fracaso en el mundo laboral tiene un nombre: síndrome de Maripili.
“El Síndrome de Maripili” es una forma de denominar a la esquizofrenia entre los valores “femeninos” aprendidos y la manera de actuar de las mujeres en el mundo laboral. Las claves para abandonar los tópicos culturales que te llevan a querer agradar en todos los aspectos de tu vida son dos: aprender estrategias para controlar las emociones y desarrollar una actitud negociadora.
Complaciente y buena
La mujer con este síndrome desea complacer a todo el mundo y resultar atractiva a los hombres. Para ello, se comporta con dulzura, feminidad y trata de eliminar cualquier conducta amenazadora, malogrando así su eficiencia profesional.
La preocupación sobre los hombres, el amor y la seguridad emocional, todo ello arropado por el término de “feminidad”, resulta el factor determinante de la auto limitación de la mujer en su ascenso en el mundo laboral.
Si eres de las que pestañean y hacen mohines, comportándose como una desvalida, como si tu único recurso fueran tus artes de seducción… Estás sufriendo del “síndrome de Maripili”. EFE
Sal de la sombra
Los estereotipos atribuyen un modelo de éxito para el hombre y otro modelo distinto para la mujer.
Las mujeres aprenden la necesidad de sentirse salvadas mientras que el hombre se presenta como su salvador.
El estereotipo que tiene la mujer “Maripili” sobre el hombre es creer que éste tiene que ser cariñoso y trabajador.
Aún sentimos que los hombres son superiores por los instintos aprehendidos de subordinación.
La familia, sin embargo, es vista como un lugar de protección y cobijo, en el que la madre es un pilar de apoyo y amor, al igual que la hermana y la amiga, con las que se puede formar un equipo de lealtad. Por lo que concierne al cuerpo, la mujer busca la belleza esbelta y la salud.
Todos estos estereotipos han ido confeccionado la imagen de un hombre trabajador y de una mujer en la sombra.
Aún no se ha establecido como tiene que ser la mujer profesional y las mujeres copiamos los patrones creados por los hombres que, a veces, no aceptan que las mujeres crezcan profesionalmente.
Asimismo, a las niñas se les enseña ya desde pequeñas a no usar sus cualidades perceptivas y cognoscitivas para valerse por sí mismas, sino para conocer las exigencias de los adultos. Una vez conoce estas exigencias, hace todo lo que está a su alcance para amoldarse a ellas.
¡Combátelo!
Debes sustituir el modelo mental de la queja por el de la negociación.
Aprende a ser estratega en lugar de ser buena.
No tengas miedo a dar miedo, es decir, no tengas miedo al éxito. A los hombres les educan para ello.
No importa que no le gustes a todo el mundo.